lunes, 18 de octubre de 2021

Sombras en un sueño

 

Por Dionisio Guerra

Del sitio Web oficial de PRISMA


Yumé es una palabra japonesa que significa sueño y prácticamente describe el sueño como la experiencia onírica, aquella en la que todas las cosas son posibles y de las que, si estamos dormidos, nos cuesta salir. Esa realidad adulterada que pierde toda composición lógica, pero donde todo encuentra su propio sentido.

Yumé también es el nombre con el que la compañía suiza de danza contemporánea Beaver Dam Company bautizó al espectáculo de video danza que fue seleccionado y compartido virtualmente, de forma gratuita y durante 48 horas, luego que este 16 octubre culminaran las presentaciones en sala y espacios abiertos de la edición 10 de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá.

Esta experiencia a través de video, que nos remonta a la versión anterior del festival, obligada como estuvo a desplegarse en el mundo digital por las razones que conocemos, nos muestra cómo incluso en los escenarios paralelos la danza sigue encontrando su sentido. Es fácil involucrarse con esta obra que toma lo bello del lenguaje de la danza y lo acompaña con códigos audiovisuales como la narración cronológica, para presentarnos una propuesta completa, que funciona más allá del contexto.

La pieza, inspirada en cuentos y películas animadas japonesas, recurre a la fábula para mostrarnos el recorrido de la protagonista por mundos fantásticos y su interacción con distintos seres y situaciones. Eso, potenciado por los valores y habilidades de la danza, nos presenta un espectáculo sublime, llamativo y sorprendente a los ojos de cualquier espectador.

Desde el inicio de la obra, el tono jocoso y los movimientos burlescos nos marcan un tono, que a medida que transcurre va cambiando y se hace más sombrío y complejo; sin que perdamos el hilo de la narración.

Cuatro sombras que acompañan a una joven en una aventura fabulosa y que a medida que avanzan van remendando los lazos que los unen y construyendo nuevos, que les permiten crecer y superar las adversidades, permanecer unidas.

Yumé es una obra pensada para niños y adultos. La coreografía está a cargo de Edouard Hue y es interpretada por Yurié Tsugawa, como la heroína, y Louise Bille, Alfredo Gottardi, Rafaël Sauzet y Angélique Spiliopoulos, como las sombras. La música es de Jonathan Soucasse.



FICHA TÉCNICA

Beaver Dance Co.


Editado por Salvador Medina Barahona



La importancia de pertenecer


Por Esther Arjona

Fotos de Eduard Serra

El telón se abre y, de inmediato, la música tropical nos ofrece algo de cercanía. El grupo, con vestuario muy similar, pantalones, una camiseta cubierta por una camisa ancha y un sombrero (incluso para las damas) nos lleva a pensar que todos pertenecen a un mismo lugar, a un mismo núcleo. Hay camaradería entre ellos, aunque cada uno se expresa de forma diferente: pasos, movimientos, gritos, risas, llanto de bebé…

Son adultos, pero nos parece estar viendo a un grupo de niños jugando en la calle. El ambiente es alegre, aunque en un momento, cuando se quitan el sombrero, pierden su personalidad, su esencia. Dejan de ser, dejan de pertenecer.

Sombreristas es el nombre de la obra presentada por la compañía estadounidense Boca Tuya, la noche del sábado 16 de octubre, en el cierre de la edición Número 10 de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá.

En escena hay mucho movimiento. Los bailarines Ángel Blanco, Rafael Cañals, Shadden Hashem, Fernando Ramos, Carlos Sánchez Falú, Rachel Secrest, Margaret Jones, Ian Spring y Christian A. Warner se trasladan a sus anchas en un escenario completamente vacío, que logra profundidad gracias a la iluminación.

La espontaneidad lleva a algunos individuos a una libertad de expresiones que a veces es apoyada por el colectivo. Algo que, sin embargo, no se debe dar por sentado; si alguno de los del grupo busca hacerse el más listo, contará con la desaprobación de los demás.

Así funciona la sociedad. Uniforma apariencias, dicta conductas, establece límites. Quienes cruzan los límites pueden en algún momento sentirse avergonzados, indefensos o sin esencia. Eventualmente, ese miedo a enfrentar nuevas sensaciones será vencido para dar cabida a nuevas conductas, como cuando uno de los bailarines pierde sus pantalones y utiliza su sombrero para cubrirse. Pasada la sorpresa y al ver que su situación no afectaba a los demás, siguió participando, sin inhibiciones.

La coreografía, de Omar Román de Jesús, juega con ritmos latinos y enérgicos movimientos, con música de Los Tupamaros y Mongo Santamaría, así como con la fuerza de las dramáticas cuerdas del cuarteto Kronos en ‘Aheym’, de Bryce Dessner, y los intercala con espacios intimistas acompañados por Chopin, en su Berceuse Op.57.

Entre saltos y carreras, alguien pierde el sombrero. ¿Será el sombrero la única forma de permanecer, de pertenecer? Vuelve la camaradería y el juego continúa para llevarnos a un sorpresivo final.

Boca Tuya es una compañía de danza establecida en Nueva York, dirigida por Omar Román de Jesús. Considerada una incubadora artística, promueve entre sus miembros una cultura que prioriza el bienestar, estabilidad económica y logros personales.



FICHA TÉCNICA

Boca Tuya


Editado por Salvador Medina Barahona



Alegoría y levedad

 

Por Brígida Tobón

Fotos de Eduard Serra

Notas apacibles de piano se entreveran al gorjeo de pájaros para acompasar el ritual de un baño tan dulce como amargo. Las gotas, envoltorios de confites, caen con lentitud empapando de miel a una bailarina, creando un largo camino de brillos y colores sobre el escenario. Otro bailarín, ataviado con una sotana negra, ejerce de clérigo que vierte, como rocío bautismal, las gotas de papel sobre la cabeza de la mujer. Ella alucina y se empalaga; llega al paroxismo, intoxicada tambalea, evanesce su consciencia. Él la observa, sin titubeos alcanza el estado de derviche para girar y más girar hasta lograr transfigurar el camino, metáfora de sueños y dulzura, en un círculo vacío.

Estas imágenes son la introducción al espectáculo Delicious overdose, del grupo italiano duo nux, presentado en el Teatro Nacional la noche del 16 de octubre de 2021 para el cierre del décimo PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá.

La compañía surge a partir del encuentro profesional y creativo de Alice Beatrice Carrino y Cristian Cucco, quienes, después de haber compartido once años de experiencias durante su formación en danza y como parte del elenco de bailarines de la Compagnia Susanna Beltrami, sienten la necesidad de crear un propio proyecto dancístico. Como ellos mismos lo consignan, de su «propia exigencia creativa nace duo nux: nux como el nogal, formado por un exterior y un interior, cáscara y semilla, visible y oculta, síntesis perfecta del opuesto que se convierte en uno; dos en uno».

Delicious Overdose es un performance cargado de belleza. Es delicado y poético. El carácter etéreo de la danza logra que el espectador se sumerja en el universo onírico que el montaje propone. Los bailarines encarnan la dualidad que no puede ser separada porque conforma un todo: ella nívea y frágil, él obscuro y fuerte; ella moldeable como muñeca de trapo, él poder que comanda el movimiento. Ella es levedad, él pesada gravedad; ella cuerpo inerte, él deidad que insufla vida. Sus destinos son el mismo. Están atados a ser uno para siempre.

Es notable la técnica que exhiben los dos bailarines y la secuencia intachable de los movimientos que apoyan la coreografía. Alice Beatrice Carrino deslumbra con una plasticidad que logra que su danza toque casi la irrealidad. Su cuerpo pierde toda resistencia, por momentos parece flotar como pluma, sin voluntad, desvanecida.

La dirección y coreografía a cargo de los mismos Alice Beatrice Carrino y Cristian Cucco ha sido reconocida en diversos escenarios. Es así como fue seleccionada para participar en el certamen de la vigésima sexta edición del Festival Internacional de Danza Contemporánea de Canarias (España) MasDanza, que tendrá lugar entre el 8 y el 31 de octubre próximos.

La música y luces están muy presentes. Son claves ambas para reforzar la narración escénica que, sin ínfulas de grandes escenografías o efectos visuales, logra desde su limpieza y simpleza tocar la sensibilidad del espectador y dejarle impregnado un mensaje profundo.

Al final queda en el aire la pregunta si la realidad de ser uno mismo es un sueño o una pesadilla. O como diría Hamlet: «Morir, dormir, ¿dormir? Tal vez soñar».



FICHA TÉCNICA

duo nux



Editado por Salvador Medina Barahona





La estrechez de la distancia


 Por Dionisio Guerra

Fotos del sitio oficial de PRISMA y Eduard Serra

Escenas del Casco Antiguo de Panamá un sábado por la tarde: pasos acelerados que entre calle y calle redibujan las aceras llenas de historia, el amor burbujeando detrás de un coctel al aire libre, vestidos esponjosos posando para la eternidad, bocas que crecen con las machas del sirope del raspao y, a lo lejos, una estridencia enigmática interviene el corazón del Ministerio de Relaciones Exteriores.

El primer choque con estos sonidos nos adentra enseguida al espectáculo. Aunque a primera oída, no esté claro qué es lo que escuchamos, resulta evidente que se trata de una invitación.

El vestíbulo del Palacio Bolívar, la sede del ministerio, es un lugar sublime. Es un espacio abierto con pocas intrusiones y conserva la elegancia de un tiempo que ya no existe. Mira hacia la bahía de Panamá en el punto en que esta es atravesada por la cinta costera y en una tarde como esta, en la que el sol empieza a caer, el panorama es hermoso.



Pero, aun así, con todos estos estímulos que pueden resultar distractores no podemos quitar los ojos del performance de Eleonora Dall’Asta y Ana María Suárez, las bailarinas de la pieza Tight, que reposan en el suelo sujetas entre sí por un arnés, en su interpretación del sábado 16 de octubre de 2021 para el Festival Prisma.

La intervención sonora que escuchamos está a cargo de Jonathan Valdivieso, el otro componente de esta triada, y es a partir de su colaboración que esas imágenes, que nos ofrecen a través de la danza, se magnifican y nos cuestionan.

De la incomodidad del principio surge la belleza de una incomprensión que se nos va develando en tiempo real. Los movimientos que antes nos sugerían un escape, ahora nos hablan de cercanía. Las bailarinas nos narran, con sus cuerpos, una historia sobre la armonía en la distancia, la paradoja del espacio y la capacidad del sonido para dilatar las emociones.

Tight, de Dall’Asta, Suárez, Valdivieso está representando a Panamá en la décima versión del festival, que este 2021 ha retomado sus presentaciones presenciales.



CIE MASSALA

Mientras la compañía panameña dejó el espacio entre aplausos, Yanice Djae y Sébastien Vague, tomaron lugar en el escenario. El público atento fue bajando la intensidad de las palmas para darle paso al dúo, que pasó un tiempo sin dar indicios de lo que presentarían, como preparándonos, como conquistándonos, como haciéndonos parte.

Nos tomó por sorpresa cuando interrumpieron el silencio. Mediantre soplidos, Sébastien inicia una acción que parecía molestar a su compañero. Los ojos de los asistentes no podían apartarse del francés, perteneciente a la compañía Cie. Massala, que también participa del Festival Prisma 2021; pero en cuanto él empezó a silbar, algunos gritos de exclamación surgieron entre el público.


El bailarín despega. Es como un globo que se va desplazando abruptamente de lado a lado mientras pierde el aire. Es un juego. Es una provocación. Es una lucha de estados de ánimo. Es poesía.

Yës, como se llama la pieza, continúa con despliegue interesante de beatboxing y silbidos. Estímulos sonoros que nos resultan familiares y que empiezan a proponer una complicidad con la audiencia.

Mientras vemos a uno de ellos desplazarse con soltura alrededor de su compañero, empezamos a preguntarnos qué busca y por qué el otro tiene tan poca reacción. Entonces la pieza salta del escenario y nos involucra. Somos ambos, el perseguidor y su presa. Nuestros dedos empiezan a chasquear a la par de ellos; nuestro cuerpo empieza a reaccionar a todos los sonidos que producen y otra vez nos engulle la danza.


Antes de despedirse, los artistas improvisan una interacción con el público y la promesa es finalmente consumada. Yës no ocurre solo adelante, donde los vemos bailar; también sucede acá, de este lado, y eso, como una semilla, sigue despertando nuevas sensaciones en nosotros.


Nota del editor 

Ambas puestas del sábado 16 de octubre de 2021 en el emblemático edificio de la Cancillería pertenecen al grupo de presentaciones gratuitas que ofrece PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá. Las otras dos han sido: 

El PRISMA LAB Juvenil, en ese mismo lugar, el domingo 10 de octubre, y la videodanza VARIEDADES, de MARLYN ATTIE (Panamá), del 9 y al 16 de octubre en Diablo Rosso, Avenida Central.



FICHAS TÉCNICAS

Dall’Asta, Suárez, Valdivieso

Cie. Massala



Editado por Salvador Medina Barahona






sábado, 16 de octubre de 2021

Sinestesia

 

Por Félix Ruiz Rodríguez y Salvador Medina Barahona

Fotos de Eduard Serra


Por allá, en un todavía cercano 2013, los bailarines urbanos Moisés Moe, Diego Garrido, Adrián Vega, Luis A. Muñoz, Ugo Boulard y Pablo Damián crearon y presentaron por primera vez en su natal España Sinestesia, una pieza coreográfica de danza contemporánea que representa un mundo postapocalíptico donde un grupo de supervivientes inicia un viaje hacia una zona segura, enfrentando adversidades; entre las que prima su propia animalidad. La humana.
A ocho años de su estreno, IRON SKULLS CO. volvió a darle vida a esta obra en el escenario del Ateneo de Ciudad del Saber, en la capital panameña, como parte de la agenda artística de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, en su décima versión. Sin embargo, desde aquel 2013, esta puesta en escena quizá nunca había estado más cercana al acérrimo y arbitrario guion paralelo de nuestra realidad.



Hoy por hoy, que hemos ‘sobrevivido’ a tanto, que las alarmas climáticas son más que evidentes, que los indicadores sobre las problemáticas sociales arrojan números nefastos, las señales, símbolos y sensaciones cruzadas (sinestesia) que podemos percibir a nuestro alrededor son harto tangibles. ¿Quizás porque el apocalipsis nos sobrepasó?


En este sentido, algo en lo que coincidimos quienes hicimos auditorio allí la noche del viernes 15 de octubre fue reconocer, en cuanto llegamos a ocupar nuestros asientos, la atmósfera inducida de contaminación ambiental, las nieblas de un mundo caótico y agonizante, acaso su fragor radioactivo. Un remedo de lo que han causado los usos y abusos del ser humano en nuestro planeta. En escena, las máquinas de humo y el sonido de un eco cavernario lo hicieron patente de modo inquietante.


Y es que, nada más hacer contacto con la ambientación del lugar, entendíamos que ahí había ocurrido un cataclismo y éramos con los danzantes en posterior convivencia y batalla las partes del remanente de un final. Alegoría que no a pocos pudo llegar a perturbarnos.



Las máscaras de gas que usaban los bailarines, y que parcialmente homologaban las que forman parte de nuestros atuendos pandémicos de ahora, rompían de inmediato la cuarta pared, nos ponían en igualdad de condiciones con los intérpretes, quienes irrumpieron y se movilizaron varias veces en la oscuridad, entre el público, con linternas la primera de ellas, huyendo, buscando, reaccionando.

Dentro de la narrativa de este contexto sombrío, aflora con potencia inusitada la fisicalidad de los bailarines, quienes, con su fusión de géneros como el breakdance, el hip-hop, la danza contemporánea y la acrobacia, además de las influencias de varias disciplinas como las artes marciales, nos regalaron rutinas complejas y alucinantes, secuencias que desafiaban la física corporal convencional, torsos en planos inclinados y espirales, que surgían de giros sobre la cabeza. 

La flexibilidad de los cuerpos para adaptarse a posturas, espacios y formas nos hablaba de la investigación constante para rebasar los límites del movimiento en escena.





El desarrollo de la capacidad de sentirse en la oscuridad, pese a las máscaras que cubrían sus rostros, trajo a nosotros el recuerdo de aquellos peces que viven en las profundidades del océano, que sufren ceguera, pero que han evolucionado a nuevos mecanismos de supervivencia, a nuevas formas de sentir y vivir. Resistir.

El trabajo de equipo fue fundamental para que minuto a minuto la dinámica y disciplina que han ido construyendo los miembros de la compañía a través de los años diera sus frutos actuantes, que fueron enseguida ovacionados. Hay que destacar el acompañamiento musical que ambientaba aún más ese futuro/presente.

Mención aparte merece el soberbio, elocuente, persuasivo diseño de luces, que le creaba el carácter a cada momento, envolviendo cada desplazamiento, escoltando cada nueva secuencia, y que nos atravesaba a todos, haciéndonos parte de la puesta en escena. Esa penumbra, matizada de tonalidades múltiples nunca estridentes que acentuaban el dramatismo, contenía muchos rostros o aristas: desde la soledad hasta la necesidad del encuentro; desde la hermandad hasta la guerra.

Y respirar. Frente a todo, respirar. Tratar al menos. Respirar y (o) morir.



FICHA TÉCNICA

IRON SKULLS CO.


Montado por Salvador Medina Barahona





Love Matters: metáfora de un sueño sin fin


Por: Félix Ruiz Rodríguez

Fotos de Eduard Serra


El sonido del vacío -quizás cuerdas en suspenso- y un piano en solitario rompían el silencio en el Teatro Nacional la noche del 14 de octubre. 

En medio de esa ausencia nacieron sombras humanas: la música fue desarrollándose progresivamente, del mismo modo que una luz tenue les daba vida a los rostros de diez bailarines panameños seleccionados por  PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá para el laboratorio profesional de este 2021, bajo la dirección artística de la israelí Keren Horesh-Begun.


Con ropas en tonos predominantemente pastel, los bailarines contraían, una y otra vez, sus cuerpos, relajaban sus cuellos y nucas, como si intentaran volver a su origen terrenal, en el suelo, roll downs pausados por la búsqueda natural del ser en la individualidad. La soledad. Flotar.

Las rutinas, los cambios de posiciones, las ondulaciones nos colocaban ante una espiral del silencio; ante una búsqueda aprisionada por movimientos retorcidos de dolor o evolución (dependiendo de la filosofía personal de cada quien, acerca del dolor y de los cambios). Era un sueño lo que estábamos viendo, o quizás un poema, o, por qué no, ambos; si, a la manera del poeta del modernismo español Francisco Villaespesa: “… el amor es sueño sin fin…”.



Realmente estimulante fue ver el trabajo en solitario de Ida Obediente mientras los demás bailarines se reiteraban en las secuencias de entradas y salidas en el espacio. Ser testigo de esa flexibilidad suya con la cual se fusionaba con el suelo y, asimismo, la elegancia y el vigor para despegar. Su mirada clavada en la luz frontal izquierda del escenario, como si buscara respuestas, nos invitaba a reflexionar sobre la vida, sobre esa especie de paradoja que nos confronta: vinimos solos a este mundo, pero mantenemos inmutable el ferviente deseo por conectar con el otro, por compartir el aire, por cohabitar las realidades posibles, por amar desde la colectividad y también desde la soledad. Así como partir -un día- solos, pero habiendo amado mucho.



También hay que resaltar los duetos y tríos, los amores clásicos y los triángulos amorosos, que, construidos con cargadas y entradas al piso imperceptibles, nos hicieron sentir orgullosos del talento panameño que dio vida a la pieza de Horesh-Begun, quien ha coreografiado, incluso, para la compañía israelí Vertigo Dance Company, que ha conquistado los escenarios panameños en versiones anteriores del festival.

Imposible no sentirse emocionado de ver a nuestros artistas en ese vaivén "interminable" de movimiento. Aquella ola que venía y se iba, cuyo eco -animado en las respiraciones al unísono de los bailarines- nos contó acerca de los tipos de amor donde alguien sale perdiendo tras deambular de mano en mano; o también ganando, en una vida llena de experiencias y momentos memorables.


La gran ovación de esa noche es para ustedes: Marlyn Attie, Carolina Figueiredo, Analida Galindo, Paulina León, Carla Lozano, Joameth Manzane, José Luis Montalvo, Ida Obediente, Anne Slingerland y Guillermina Vázquez. Todos grandiosos y tan nuestros.

Este resultado del PRISMA LAB Profesional también hace un llamado en todas las direcciones a apostar más por la danza contemporánea de Panamá. Ratifica que sí es posible tener bailarines con una alta calidad técnica, compromiso y pasión. Artistas con una búsqueda personal, que han salido de nuestras universidades y programas sociales; u otros que han encontrado en nuestro país un hogar. Solo 14 días con Keren Horesh-Begun bastaron para hacernos soñar y amar.






Editado por Salvador Medina Barahona




viernes, 15 de octubre de 2021

Juego, vuelo y poesía en dos visiones de YËS


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¿Jugamos?


Por Thyrza Guerrero

Fotos de Eduard Serra

YËS es la pieza con la que Cie. Massala, compañía seleccionada de Francia, participa en PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea, en su edición número 10.

La danza contemporánea es un universo complejo, nos invita a sumergirnos en sus ritmos y movimientos para conectar con nuestras emociones. Sin un diálogo que nos oriente, es como acudir a una cita a ciegas. No se hacen preguntas; simplemente uno se arriesga y acude a la cita. Nos dejamos sorprender.

Es aquí donde el título de la pieza que vamos a disfrutar juega un papel importante, ya que nos da pistas sobre las razones detrás de la propuesta. Entonces, la pregunta obligada es: ¿qué significa YËS? La Cie. Massala no se complicó en seleccionar un título para su puesta en escena. YËS es un acrónimo que proviene del nombre de los intérpretes de la pieza, Yanice y Sébastien (Yanice et Sébastien). Al final de cuentas, la esencia de la pieza es este dúo. Una invitación a conocerlos, a descubrirlos y a jugar junto a ellos.

Yanice y Sébastien nos desnudan su interior a través de un trabajo escénico que va de adentro hacia afuera. En su baile urbano, en donde se observa una exquisita mezcla de hip-hop, house, popping y breaking, cada movimiento es la excusa perfecta para contarnos su historia e invitarnos a su juego.

Uno es sociable, extrovertido, intenso; el otro, reservado y sumergido en su mundo personal. El espectador decide con cuál de los dos se identifica y sin darse cuenta se establece una conexión psicológica con los bailarines. Durante veinticinco minutos nos sumergimos como público en el juego al que hemos sido invitados. Y, desde el minuto uno, Yanice y Sébastien se convertirán en ese amigo que conoces o en ese hijo hiperactivo; en fin, en alguien que te será familiar.

La dirección artística y coreográfica del francés-marroquí Fouad Boussouf, en complicidad con la dramaturgia y dirección actoral de Mona El Yafi, nos presenta a dos intérpretes que logran la verosimilitud necesaria para sostener la historia que han decidido contar con sus movimientos y sonidos. YËS es una pieza en donde la música la generan los bailarines con su boca, muy al estilo Les Luthiers.

Fouad Boussouf, además de ser el coreógrafo, es el fundador de la Cie. Massala y posee un Máster Ciencias Sociales de la Universidad de París XII. Sus competencias provienen de su formación académica y experiencia profesional como bailarín. El complemento perfecto: Mona El Yafi, dramaturga, comediante y pedagoga.

Y es la mezcla de teatro y danza lo que permite cerrar los veinticinco minutos de espectáculo rompiendo la cuarta pared. Con un lenguaje inventado, Yanice y Sébastien nos hacen saber que, como seres humanos, podemos comunicarnos. Finalmente, el público, en complicidad con este dúo, se suma al juego final de «Simón dice» para retirarse de la de la sala con una sonrisa en la cara y mucha energía.

Todo buen director sabe que logró sus resultados cuando, como en este caso, el público termina energizado y dispuesto compartir con el mundo entero lo bien que la pasó en el teatro.



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¿Bailarines-pájaros o pájaros-bailarines?


Por Brígida Tobón

Dentro de la programación del décimo PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, el Teatro Nacional abrió sus puertas la noche del jueves 14 de octubre de 2021 para acoger a la compañía francesa Massala, con el espectáculo YËS.

La pieza hace recordar a los aldeanos que habitan la localidad turca Kuskoy, traducido literalmente «el pueblo de los pájaros», que se comunican a través de silbidos. Esta forma de relacionarse, que nació hace unos 500 años durante el imperio otomano y ahora es patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO, se ha ido perdiendo entre las nuevas generaciones.

Sin embargo, Yanice Djae y Sébastien Vague, los dos intérpretes de este precioso y particular performance, le hacen homenaje, tal vez sin proponérselo, pues despiertan los silbidos y susurros que habitan en el interior de ellos para reconstruir un lenguaje no verbal, capaz de transmitir las más variadas emociones.

Fundada en el 2010 por el coreógrafo franco-marroquí Fouad Boussouf, la compañía Massala es un espacio para la danza contemporánea en sincretismo con otras manifestaciones artísticas y culturales, tales como el hip-hop, el circo nuevo, las danzas tradicionales del norte de África y la acrobacia; entre otros. El resultado es un plural trabajo artístico de gran fuerza y vitalidad, capaz de reflejar al mismo tiempo el espíritu de los pueblos ancestrales y el frenético palpitar de las calles de la ciudad.

YËS es una danza que respira sensibilidad, virtuosidad; pero, sobre todo, libertad. Si bien su estructura está cuidada milímetro a milímetro, la pieza no es una composición herméticamente cerrada. Ella permite posibles espacios para la improvisación a partir de la emotividad o conexión de los bailarines en determinados momentos. Es una creación que rompe estilos, con alta técnica y gran expresividad. Logra que los espectadores permanezcan atados a la poesía e hilaridad que bulle durante los cerca de veinte minutos que dura el espectáculo.

El anuncio promocional de PRISMA sobre la pieza así lo muestra: «Uno se tragó una batería de dínamo cuando era niño, era imposible detenerlo… al otro le gustaría que lo dejaran solo, en su rincón. Sus diferencias los unirán en un dúo exaltado, imbuido de humor y poesía, en el que el baile hip-hop se une a la música que los nutre, a veces pepitas de la memoria colectiva, a veces hallazgos insólitos que te transportan a otros lugares».

Los bailarines, además de ser expertos en silbidos y beatboxing, poseen enorme capacidad física y logran dúos inmejorables de gran exigencia. Del break dance pasan sin dificultad a la acrobacia o a una exhibición de fuerza descomunal. Giran con sus brazos abiertos a tal velocidad, que se convierten en hombres de Vitruvio, como el dibujo de Leonardo da Vinci que maravilla mostrando la anatomía humana. Vuelan por los aires gritando entre silbidos, a veces con chillidos, su condición de bailarines-pájaros con alas invisibles. Reptan por el piso y sus cuerpos de salamandra, humedecidos por el sudor, brillan y continúan brillando hasta concluir con la metamorfosis que los lleva de nuevo al homínido. A veces son dureza de escultura en piedra y otras frágil aletear de mariposa en vuelo.

La danza no desfallece. Bailan con música o sin ella, con el silbido, con el cuerpo y sus rumores, con el choque de las palmas, el chasquido de los dientes, el retumbar de los pies contra el piso… con el silencio. Pero también con clásicos de la música como Once upon a time in the west, de Ennio Morricone, silbado con irreverencia, creando un momento memorable en el espectáculo.

Las luces sutiles de Fabrice Sarcy dejan todo el protagonismo a la coreografía. Blancas, casi plenas por instantes, se van apagando para alcanzar un azul frío que genera una atmósfera onírica e intimista acorde con ciertos momentos en el baile.

No queda duda de que la danza en YËS surge desde la parte más íntima y primigenia de la condición humana de Yanice y Sébastien. Por ello no resulta difícil comprender cuando este último afirma: «incluso allá, ustedes no lo ven, pero yo bailo interiormente».

¡Bravo, pájaros-bailarines, por tan alto, hermoso vuelo!



FICHA TÉCNICA

Cie. Massala

Edición y montaje: Salvador Medina Barahona